
EL CRISTO DE CANDÁS
En un rincón de Asturias
verde y frondoso;
en una capillita
llena de flores
guarda Candás el Cristo
más milagroso
que adoran navegantes
Y pescadores.
Cuenta la imagen santa
siglos enteros;
la encontraron las barcas
aventureras,
cuando, llenos de arrojo
los marineros,
iban al mar del Nortelas balleneras.
Sobre el blanco penacho
que el mar levanta
rasgando de improviso
la densa bruma
surgió entre las olas
La imagen santa
Con los brazos abiertos
Sobre la espuma.
Huyendo los desmanes
de la herejía
sobre las olas vino
desde Inglaterra,
maltratándola menos
el mar bravía
que el insulto grosero
de inculta tierra.
De su altar la arrancaron
el fanatismo
y los torpes secuaces
de Enrique Octavo;
pero el Mártir flotaba
sobre el abismo,
y la Fe le sostuvo
sobre el mar bravío.
Á bordo el Crucifijo
por almirante
llenos de fe le aclaman
sobre las olas,
y sin velas ni remos
desde ese instante
las barcas balleneras
Navegan solas.
La orgullosa flotilla
tierra buscaba,
y premiar supo el cielo
sus aventuras.
¡E l divino piloto
las gobernaba,
y las débiles naves
iban seguras¡
Desde aquel día el pueblo
guarda orgulloso
la imagen venerada
de sus amores,
y Candás tiene el Cristo
más milagroso
que adoran navegantes
Y pescadores.
Y siempre que en peligro
tienen la vida
y aguantan de las olas
los golpes fieros,
recordando la imagen
aparecida
así dicen llorando
Los marineros:
”¡Refrena, Cristo mío
las ondas bravas!
¡Disipa con tu mano
las densa bruma¡
¡Que no flote mi cuerpo
Cual Tú flotabas
Con los brazos abiertos
Sobre la espuma!”
José Jackson Veyán





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